domingo, 28 de febrero de 2010
Tiare Apetahi (3 Leyendas)
domingo, 21 de febrero de 2010
Perla Negra de Tahiti
PERLAS DE TAHITI, LA BELLEZA NEGRA
Durante muchos siglos, TAHITÍ y sus islas han sido el mítico paraíso perdido. Los lagos turquesas y los atolones salvajes de este archipiélago guardan entre sus corales y sus blancos bancales de arena fina leyendas remotas de historias míticas.
Símbolo de la pureza y de la perfección, la perla negra de estas islas ha sido considerada desde siempre la "Reina de las perlas". Su milagro creativo ha estado siempre rodeada de misterios y leyendas. Los antiguos chinos creían que estas perlas eran concebidas por los dragones. Griegos y romanos creían que nacían de la lluvia pura y de el agua del rocío de la mañana. Los persas creían que eran el resultado del impacto de los rayos durante las tormentas.
En Oriente se asocian las perlas a las lágrimas de los ángeles. En la antigua Ceylan creían que las lágrimas de Adán y Eva al perder el paraíso habian formado un lago que engendró las perlas. Las rosadas pertenecían a las lágrimas de Eva. Las negras -inauditas y extrañas- con las lágrimas de Adán. ¿Por qué la diferencia? Al resultar más escasas y extrañas la negras creían que Ádán, al ser hombre, sabía controlar mejor sus emociones.
Hoy la PERLA NEGRA DE TAHITI se obtiene de una ostra conocida como la Pinctada Margaritifera, que solo puede habitar en las cálidas islas de la Polinesia. De ella y como en el resto de perlas cultivadas del mundo, se introduce en el interior de la ostra un cuerpo extraño que el bivalvo recubre con su solución de nacar hasta que ese cuerpo se convierte en la preciada joya.
La verdadera perla negra tiene un color que tiende a ser de negro a todos los matices del gris. El brillo se obtiene con exposición a la luz. Ese brillo le da un matíz que va del verdoso al negro azabache.
Son muy apreciadas tanto las que obtienen un acabado en rosado negro como el tono azulado negro que es muy difícil de conseguir. ¿Los tonos? Grises, berenjenas, azules, verdes, rojos o champán son los colores que iluminan el manto de la PERLAS DE TAHITÍ, un regalo del dios Oros a esas lejanas tierras de los mares del sur.
Cuando en 1767 fueron traídas a Europa pronto gozaron de una enorme reputación. Catalina la Grande fue la primera reina en lucir un collar con 30 perlas negras. La corona austríaca lleva tambien incrustadas las preciadas esferas y Eugenia de Montijo tras su enlace con Napoleón III adquirió también un collar con este elemento.
La ostra vive enganchada al coral de las lagunas. Cuando llegan a la edad adulta a los 3 años, son sembradas. Para ello se abre ligeramente el molusco y se le implanta un cuerpo extraño -un trozo de molusco de agua dulce que se cría en el Mississipi- y vuelve a la laguna durante 18 meses. Tras ese tiempo se mira y si sigue produciendo un buen nácar se deja más tiempo para que se haga de mayor tamaño. Si no se extrae y se comercialize.
El nácar es una mezcla de cristales de carbonato cálcico y una proteína llamada conchiolina. El brillo proviene de la reflexión luminosa en la superficie. Su valor depende de la perfección, tamaño, color y forma y también de las tendencias de la moda del momento.
En Polinesia gustan especialmente las redondas en tonos rosados y berenjena. En París o New York se aprecian especialmente las grises verdosas y en España las grises en todas sus tonalidades.
Las PERLAS NEGRAS DE TAHITÍ son hoy última tendencia en joyería. GEORGE aprecia como nadie la belleza de este ser vivo. Adora rastrear las joyerías de medio mundo y extasiarse ante las vitrinas que, en lugares destacados, nos muestran las piezas creadas por los mágicos orfebres con la exclusividad y belleza de estas esferas de lujo. Resulta muy difícil hallar dos perlas idénticas y en ese característica reside precisamente su singularidad.